• El profesor es y se comprometerá a ser un ejemplo para los alumnos, profesores, los padres de familia o apoderados y a la comunidad en general.
• Practicará la vida cristiana en forma integral, confesando a Jesucristo como su Señor y Salvador, en la forma de su enseñanza, en la administración de la disciplina, y en su manera de actuar y pensar.
• Es miembro activo de una congregación presbiteriana, o ser miembro activo de una iglesia evangélica protestante, presentando una carta de recomendación de su Consistorio o pastor de la iglesia de procedencia.
• No evidencia ser divisivo, contradictorio, ni pendenciero, lo cual debe estar claramente especificado en la Carta de Recomendación que presenta.
• Reconocer que es pecador y que tiene flaquezas, pero por su arrepentimiento genuino obtiene el perdón de Dios y evidencia luchar constantemente contra dicha flaqueza y busca mejorar constantemente su carácter cristiano.
• No busca ganancias deshonestas, ni trata de utilizar su posición de profesor para cobrar dinero a los educandos y/o padres de familia, para aumentar notas, o para brindar favores y privilegios a causa de ello.
• No buscar favores sexuales con los educandos, ni practica bromas o expresiones verbales y/o escritas, o de otro medio que conlleven a sugerencias deshonestas con los educandos, colegas o padres de familia.
• Asistirá puntualmente a brindar sus clases y/o justifica sus inasistencias a su debido tiempo y de manera honesta.
• No fomentar la discordia con sus colegas y mantiene un alto sentido de lealtad con la axiología del Colegio.
• Si es casado, debe ser fiel en su matrimonio y debe dar muestra de su liderazgo bíblico en el hogar. Si es soltero, debe ser casto en cuerpo, mente y sentimiento, en palabras y conducta y no practica relaciones sexuales prematrimoniales, por ser contrarias a la Ley de Dios y a su evangelio.
• No se inclina por los vicios comunes de la sociedad, tales como abuso de bebidas alcohólicas, tabaco o ingesta de alucinógenos u otras drogas.
• Debe tener buen testimonio en su comunidad cristiana de origen y no haber estado bajo disciplina; y si lo ha estado, deberá mostrar los documentos que acredite las medidas de restauración de sus autoridades eclesiásticas.